Nicolás Greco: «Unión me enseñó un montón de cosas»
El pasado domingo estuvo alentando en la tribuna un histórico que fue campeón del Regional 2007-08 y finalista en la Liga B, Nicolás Greco. En una extensa charla, el marplatense contó lo que significó Unión para su vida en todo aspecto y lo que sigue siendo para él hoy en día.
¿Cómo fue volver a ver a Unión el pasado domingo en Mar del Plata?
Sinceramente fui a ver a los chicos que quedan de ya 12 años atrás, uno es Mariano García, Raúl Ruscitti, que es asistente, pero era juvenil en esa camada, y, si bien Federico González no estaba en ese momento, es una gran persona que conocí a lo largo de los años, es un genio.
De Unión tengo muy lindos recuerdos. De los clubes en los que estuve yo, que para algunos pueden ser un montón al haber estado en seis o siete, no es nada. Tengo dos excelentes recuerdos de clubes donde pasé, por encima de donde me formé yo durante toda mi vida. Uno de los clubes es, sin ninguna duda, Unión Vecinal y el otro es el club Atlético María Juana, que estuve en una Liga. Uno cuando va a jugar afuera no pasa solo por lo deportivo, sino por otro montón de factores como la gente, la parte humana, compañeros, y pienso que tanto uno como el otro para mi fueron lo mejor.
¿Qué recuerdos tenés de lo que fue tu llegada a Unión?
En realidad no iba a ser a Unión el arribo. A través de Pichi Cerisola iba a ir a Atenas. Yo había tenido dos experiencias negativas, que de todo se aprende, pero no me había ido muy bien en lo que eran las Ligas Patagónicas, en las que juguemos en los recesos de la Liga Nacional. Me acuerdo que la primera vez que salí de mi casa fue a los 19 años y tuve una mala experiencia con un grupo distinto, nada que ver, y eso se traslada a todos lados. Después en invierno había vuelto a Quilmes como juvenil y me tocó jugar algunos minutos en Liga y me había ido muy bien, pero yo quería tener minutos de verdad, entonces me fui a jugar a Río Turbio. En esa segunda experiencia me fue muy bien en lo deportivo, por lo que me llegó después una oferta de ir a jugar a Ciudad de Bragado, que había ascendido, y decidí que no porque había tenido bastantes inconvenientes en la parte emocional. Estaba muy lejos de casa, no la pasé bien desde el lado humano haber estado ahí. Por eso decidí quedarme un año en Mar del Plata, sabiendo que no iba a pasar nada a nivel minutos. Después de que terminé esa Liga en Quilmes, Cerisola me llamó para ir a Atenas, pero había que irse ya, en marzo me tenía que ir para jugar el torneo local. Y yo le dije que no quería ir ya a ningún lado, que si iba lo hacía después de agosto o septiembre para arrancar la competencia que fuera, pero que ya no iba a ir. Eso quedó ahí, y a él no le había gustado nada.
En julio más o menos me llamó el Huevo Sánchez, que había dado referencias mías a un equipo de La Plata, que me iba a llamar Facundo Petracci, y yo pensando siempre que era Atenas. Cuando me llamó Petracci nada que ver, era Unión Vecinal, que querían un pivot para jugar el Regional y no lo dudé. Me di cuenta que evidentemente tenía que ser La Plata, yo quería jugar cerca de Mar del Plata y mi lugar era La Plata. Tenía a mis primos estudiando en la ciudad, mi primo estudiando publicidad y mi prima odontología, y la verdad que en ese aspecto de distancia y tener gente cerca de la familia hizo que, por lo menos, aceptara y fuera a probarme.
Me acuerdo que en ese viaje a prueba paré en la casa de Gustavo Caramía y él me contaba que habían salido campeones de acá, de allá, pero yo no conocía ni siquiera la competencia de La Plata. En el primer entrenamiento que estuve dije “bueno voy a entrenar”, me acuerdo que fue un amistoso con la UNLP y en ese momento jugué, a Facundo le parecí interesante y me dijeron que iba a jugar en Unión.
En ese momento jugaba con las inferiores, yo era sub 21, y entrenaba con el equipo de primera, que apuntaba a competir en el Regional de la Provincia de Buenos Aires.
¿Cómo fue tu estadía en el club?
En La Plata hasta ahí no esperaba más nada, era un equipo más, pero después, con el paso de los entrenamientos, me empecé a dar cuenta que si bien los chicos eran humildes desde todo aspecto, me encontré con un mundo distinto, un mundo donde yo no estaba acostumbrado. Éramos varios chicos con Carlos Gennai, Raúl Ruscitti, Juan Bruno, Mariano García, Juan Seminara, Dante Podavini, éramos todos chicos de 20 o 21 años. Por otro lado estaban chicos experiencia como Augusto García, Federico Grattarola, y cuando se empezó a acercar la fecha del torneo se acordó la llegada de Santiago García, estaba también Javier García. Entonces se unían la juventud de chicos que prometían o que ya sumaban minutos importantes, y la experiencia de los mayores, pero que esos mayores o chicos no vivían de jugar al básquet solamente, sino que estudiaban, terminaban y venían a jugar, no estaban todo el día sin hacer nada e iban a jugar al básquet, que era lo que yo estaba acostumbrado. De los mayores, el que no estaba a punto de recibirse ya estaba trabajando y venían a última hora con los minutos contados para cambiarse y ponerse a entrenar. Era otra cosa, otra formación, otro punto de vista de lo que es la vida, acompañado de un profe de educación física como Nicolás Crivaro. Ellos me mostraron que había algo más allá del deporte, que había que prepararse para algo más. Entonces ya desde ahí pienso que Unión siempre fue diferente. Tenía un excelente compañero de habitación, que era Martín Reimundi, un chico correntino humilde que trabajaba, que charlábamos, éramos todos muy parecidos, no había egos, no se hablaba de plata, era otra cosa completamente distinta. Empezamos a entrenar para el local que era muy fuerte, estaba muy sorprendido con el nivel que había en la ciudad, la llegada de Santiago fue algo muy bueno que ayudaba. Era un salto de calidad para el equipo terrible.
¿Qué recordás del Provincial 2007/08, a 12 años ya de esa conquista histórica?
Empezamos a competir y, si bien Unión ya había llegado a una instancia de semifinales o finales, éramos un equipo que siempre iba de atrás en todas las canchas, no era el favorito. Había equipos que se habían preparado y apostado todo para ascender. Con el correr de los partidos éramos fuertes, capaz que nos costaba ensamblarnos, a mi me costaba entrar en un equipo tan armado. Era difícil, se ganaba pero desde el lado personal me era difícil. Repentinamente, Petracci nos agarró en el vestuario de Atenas después de un partido y nos contó que había tomado la decisión de ir a dirigir afuera, que iba a dirigir a Siria, y nos quedamos todos sorprendidos por la decisión. Yo particularmente me quedé asustado, porque una cosa es que te traiga un entrenador, y otra es que venga otro de buenas a primeras, que no sepa como jugás o no tenga los mismos pensamientos que el que te trajo y capaz que te dejaba de lado. Y no, la verdad que con Epeloa, un muchacho trabajador, humilde, siempre me tuvo en cuenta y seguimos con la misma línea. Unión incorporó a un gran jugador y excelente persona como era Juan Veleda. Cambió completamente el juego a partir de que él entró en la competencia, ya no éramos más un equipo tan vertiginoso, no éramos tan apurados, Juani dio la pausa, la distribución, era lo que faltaba. Yo me sentí mucho más cómodo, me acuerdo que en los entrenamientos me decía que le tenía que dar un porcentaje de lo que ganaba porque había empezado a meter puntos y a tener un mayor rol en esos playoffs, que nos tocaron contra Estudiantes de Olavarría, que era el favorito. Yo empecé a tener mayor participación en esos playoffs. Teníamos desventaja de localía y dimos el batacazo al ganar el tercer partido allá, habiando jugado bien y siendo claros ganadores contra el favorito de la competencia. Ahí dimos el batacazo y nuestro nombre ya hacía ruido, el club ya hizo ruído con ese golpe frente a Estudiantes, que tenía a Nicolás Lorenzo, Brian Stanford, el Vasco Aiuspurúa, eran todos estrellitas. En ese verano caían todos con uniforme del club y nosotros bajábamos así nomás, en ojotas, no teníamos nada de vestimenta, o muy precarios en un montón de cosas, pero teníamos un hambre de ganar que daba miedo. Imponíamos nuestro juego y ahí pienso que influyó mucho el carácter y la personalidad de Augusto García, el ir para adelante, Fede (Grattarola) cómo empujaba, Santiago desde su talento, y nosotros teníamos que ir con ellos. De mi parte me hicieron creer, en confiar que había que salir y que podíamos ganar en todos lados. Ellos me transmitían eso, el deseo de ganar, había que ir a ganar, con un entrenador que manejaba el equipo muy bien y todos tiramos para el mismo lado, que era llevar a Unión a lo más alto. En semifinales nos tocó Gimnasia de Pergamino, durísimo el equipo y durísima la localía de ellos, impresionante. Se ganó de local, se perdió un segundo partido allá increíble por un error nuestro terrible y, en vez de angustiarnos o caernos, el tercer y último partido fue terrible, con un partido de Augusto y Santiago impresionante, y logramos pasar a una final del Regional. Era todo lindo, y esa final en Necochea ellos también tenían un equipazo, vestimenta completa, venían en colectivo terrible. Cuando jugamos en Olavarría se nos rompió el micro yendo, llegamos sobre la hora, en autos de los padres que fueron. Era un equipo que superaba todas las adversidades que nos tocaban, y el objetivo era ganar sin importar qué pasaba. Se ganó en La Plata y después tuvimos que ir allá y perdimos el segundo partido. El tercer partido definitorio me acuerdo que hubo una arenga de Fede Grattarola, la verdad que hoy me hace poner la piel de gallina acordarme. Dijo que era el último esfuerzo, que no había otra cosa que ganar, que no había mañana, era hoy, y jugamos un partido a la perfección. Cada uno cumplió su rol, con una cancha colmada, con arbitraje que cuando sos visitante te lo hacen sentir, y le ganamos de una forma indiscutida a uno de los candidatos, y salimos campeones.
¿Qué significó ese título?
Para el club creo que eso representó algo increíble por cómo se dio todo. Unión siempre salía campeón del local pero le faltaba dar ese salto, y creo que tenía todas las condiciones dadas a nivel humano y calidad de jugadores. A todo esto no hay que olvidarse de la parte dirigencial, que hablo por mi y por los chicos que estábamos en ese momento, nunca nos hicieron faltar nada, siempre nos trataron como uno más del club, desde las reuniones de todos los miércoles o jueves que hacíamos alguna comida, la dirigencia nos trató de primera, entonces pienso que cuando se da esa unión entre dirigentes, jugadores y entrenador con el mismo objetivo, creo que ahí está el por qué de los resultados, el por qué de esa camada tan ganadora.
¿Cómo viviste la histórica Liga Nacional B al año siguiente?
Después de todo el festejo, y la ayuda que buscó el club para poder participar, se formó el equipo para un torneo tan importante como la Liga Nacional B. Por pagar derecho de piso nos tocó jugar en la zona sur, del país, no de la provincia. Estaba la zona metropolitana, que es donde tendríamos que haber entrado, y a nosotros nos tocó la zona sur, que fueron viajes a Trelew, a Tierra del Fuego, General Roca, era todo lejos, muy lejos. Afrontamos el torneo con el mismo plantel que ganó el Regional, solo Fede Grattarola se había lesionado y Juan Justo Epifanio había venido de hacer una cursada de España y entró como base. El presidente me llamó y estuvimos charlando para preguntarme cuál era mi punto de vista frente a tantos equipos, que se habían preparado muy bien, y yo le dije “nosotros entrenamos para ganar, después los resultados se van a ir viendo”, pero nosotros entrenamos para ganar, con objetivos cortos. Fue un torneo raro como equipo, porque durante la primera parte del año ganamos todos los partidos de local y perdimos todos los de visitante, pero le ganamos a todos equipos que se preparaban para subir. El equipo de General Roca, fueron con un micro de cinco estrellas y nosotros viajábamos en micro de línea. Ellos tenían uno privado propio y todos venían con sus equipos, sus ojotas, sus auriculares propios, venían todos muy Liga Nacional, y nosotros nada que ver. Pero adentro de la cancha eso a nosotros no nos importaba y de local ganábamos y de visitante nos faltaba. Ese año tuvimos un revés cuando perdimos el torneo local, la semifinal contra Círculo Policial. El desgaste de tantos viajes se hizo sentir por afrontar las dos competencias con el mismo plantel, y perdimos luego de que Unión había salido campeón en forma continua durante varios años. Había sido un cachetazo. Nosotros seguimos entrenando y después del receso metimos un batacazo y cortamos la racha en Madryn, y fue el primer partido que ganamos de visitantes. Después de eso Unión tenía mucho huevo, Unión Vecinal tenía mucho, mucho huevo, y empezamos a tener cruces con distintos equipos, me acuerdo uno de Gualeguaychú que estaba perdido y tuvimos una remontada, y Fede Grattarola clavó un triplazo con tablero de costado y fuimos a suplementario, ganamos y pasamos a otra instancia. Me acuerdo que Velez era el favorito y había perdido con El Sureño y nos tocó jugar contra ellos, que ellos nunca habían perdido de local. Ganamos el primero y perdimos el segundo de local, fuimos de visitantes, perdimos el tercer juego y ganamos el cuarto y fue una fiesta, con personalidad y con garra. Después ganamos el quinto partido ya en el estadio de Gimnasia y pasamos a una final. Era increíble, mis amigos y mi gente acá en Mar del Plata no lo podían creer la instancia que estaba jugando. Estábamos a punto de ascender al TNA. Pero nos tocó afrontar a un rival que supo aprovechar que los dos partidos allá los jugamos sin Augusto lesionado, y llegamos a un suplementario de locales y lo perdimos. Es así el deporte, a veces ganás y a veces perdés.
¿Qué recuerdo te quedó del club?
Pienso que, independientemente del resumen deportivo, Unión me enseñó un montón de cosas, desde el lado humano, desde el lado personal, a querer ganar. Esos años conocí gente, ese año que jugamos la Liga B me acuerdo que ya me había instalado en La Plata y no viajaba todos los fines de semana, conocí un grupo de amigos que fuera de la cancha era increíble. Personas que son del club y otras que son allegadas a esos chicos, Dante Podavini, Pablo Cerviero, que había jugado en el club, Raúl Ruscitti, Cristian Moriconi, Carlos Gennai, Juan Seminara, Mariano García. Éramos una banda que éramos amigos adentro y afuera de la cancha, nos llevábamos de diez, salíamos a bailar, y todo eso se traslada adentro de la cancha. Eso te enseña un montón de cosas, y cuando uno está cómodo en algún lugar, con el que sea, hace que todo crezca, que todo vaya para adelante, que todo fluya y todo sea para mejor. Eso pienso de mi estadía en el club.
Por eso cuando me enteré que jugaban acá, hoy por hoy ya dejé de jugar al básquet hace ya siete años más o menos. Yo tengo una pescadería, me dedico a la parte de comercio y me he desenchufado bastante del básquet, por no decir mucho. Le escribí a Mana y le pregunté si jugaban de vuelta acá o yo había entendido mal, y no dudé en ir a verlos. Encontrarse con gente con la que uno pasó tan buenos momentos es algo muy lindo para el corazón. Es muy lindo, y hoy ya son pocos los jugadores que quedan, pero a mi me hace bien. Ver a un jugador con el talento de Mana García, y cómo quiere al club, cómo sigue estando ahí. En esos momentos a Augusto y Santiago los querían a nivel nacional, los querían del TNA y hasta Liga Nacional. Y ellos aman la camiseta de Unión Vecinal, entonces dejaban de lado todo eso por el club, para su familia, para sus estudios, y seguían eligiendo el club, era muy importante. Eso puedo decir, hoy me animo a decirlo, me acuerdo que en un asado de fin del torneo no me animaba a hablar, era muy tímido, y me acuerdo que me quedé con un montón de cosas por decir después de esa última cena. Yo siempre fui un agradecido al club. Después el final no fue el que uno esperaba, Unión no pudo participar del torneo siguiente a pesar de haber sido finalista, y seguramente habrá tenido ofertas para jugar el TNA pero no se dio, había cambios de dirigencia y ya no contaron conmigo y el deporte es así. Yo seguí mi rumbo y es la vida misma, continuar. Siempre aprendiendo, siempre siendo agradecido al club, a la gente y las pocas veces que fui como hincha a La Plata, siempre es más por el grupo de amigos que simplemente fui feliz en ese club y aprendí un montón de cosas.
Me olvidé también de un personaje muy importante para mi que fue Fede Bernal, después de que se fue Nico Crivaro él entró y toda buena gente. Entonces me parece que eso es lo que importa. Perdimos una final, el club no seguir jugando, decidió que no estuviera dentro del plantel, y es todo respetable, es todo parte del trabajo, todo parte del deporte. Yo me quedo con el lado bueno, de lo que aprendí del lado bueno y el lado malo a respetar y aprender.
Gracias Unión Vecinal, aguante Unión Vecinal, fue un momento muy importante de mi vida, desde la parte deportiva y desde la parte humana, como persona. Siempre traté de dar lo mejor por el club, he tenido picos de rendimiento muy altos que han ayudado al equipo, he tenido momentos más bajos, pero siempre di todo lo mejor para el club y me he entrenado para lo que el club necesitara de mi, así que muchas gracias.
Tengo una pescadería que se llama “Los Tanos”, y estaba atendiendo en las fiestas y entró alguien y dije “a este lo conozco”, y era Facundo Petracci, y nos quedamos charlando como si ayer hubiésemos estado entrenando, me comentó sobre su familia, el cargo en CABB, y eso es lo que importa. El otro día vino Mana, charlamos y cuando vienen los chicos nos juntamos en Mar del Plata, y eso es lo que a uno le queda, lo que vale, los buenos momentos vividos y, ¡aguante Unión!.
¿Tienes algo para comentar?