Historia de una foto: la Selección Argentina en Unión Vecinal
Hay fotografías que con el pasar de los años toman una importancia clave, ya sea por lo que significaron en ese momento, como por la historia que vino después. Y estas son las dos razones por las que el paso de la selección Argentina por el club fue histórico, dado que fue la Generación Dorada la que pisó un sábado de 2003 por la mañana el Miguel García.
Para dar un contexto, el seleccionado nacional se preparaba para el Sudamericano y para el Preolímpico, por lo que había cerca de 25 jugadores convocados. Así, el equipo realizó una concentración de cinco días en La Plata, donde jugó un amistoso ante Venezuela en el Polideportivo Víctor Nethol de Gimnasia. Los de Magnano venían de ser subcampeones mundiales y se preparaban para buscar la clasificación a lo que sería luego el oro en Atenas 2004.
Miguel García explicó cómo llegaron en ese momento a realizar su entrenamiento en el club:
«Originalmente la selección iba a entrenar en Gimnasia y Venezuela en Unión, porque los dirigentes de Gimnasia nos habían pedido la cancha. A último momento, Magnano decidió no trabajar en el Poli y cederle el horario a Venezuela, entonces vinieron a Unión. Así fue como vinieron y nos explicaron las condiciones en las que tenía que estar el club, que tenía que estar cerrado, no tenía que haber actividad, no teníamos que comentar nada en el barrio para que no se llenara de gente en la puerta. El único que se enteró fue Roberto, que tenía abierta la rotisería enfrente. Llegó el micro, bajó la selección y fueron directamente al gimnasio de atrás, entrenaron, no permitieron que ni un directivo del club pudiera presenciar el entrenamiento. Una vez que terminaron, Magnano nos llamó y ahí fue donde nos permitieron sacarnos las fotos. Cuando salieron el barrio ya se había enterado que estaban y firmaron autógrafos, se sacaron fotos con cada uno, se portaron muy bien todos.»
Gerónimo García, por su parte, fue uno de los que estuvo en ese día y comentó:
«Primero llegaron y se prepararon, entraron en calor con ejercicios previos dados por el asistente y a partir de ahí tomó el entrenamiento Magnano. Cuando él hablaba no volaba una mosca, y dijo “listo muchachos la cancha ya está en condiciones, pónganse a entrenar, empecemos a subir la intensidad”. Y arrancó, toda la cancha era, buscaba posesiones de no más de 16 segundos, iban y venían. No se quejaba ninguno, los mató todo el entrenamiento y no se quejaba ninguno. Todo el tiempo daba correcciones a los detalles. Estuvo buenísimo, una intensidad de entrenamiento impecable, no he visto trabajar equipos con tanta intensidad como ese. En un momento pensé que rompían el club, porque ver a Wolkowisky colgarse del aro de la entrada pensé que iba a tirar toda la losa, pero se la bancaron bien los aros. Rescato mucho la intensidad, el orden y el respeto a la hora de entrenar que tuvieron todos.»
Al finalizar el entrenamiento, los jugadores del club ya se habían enterado de la presencia de sus ídolos, y muchos se acercaron para conocerlos. Entre ellos se encontraban dos entrenadores del club actualmente, Juan Ignacio Ramírez e Iván Signorelli, quienes recordaron esa experiencia:
Signorelli:
«Un sábado a la mañana lo llamaron a mi papá que iba a ir la Selección Argentina a entrenar al club y por eso no entrenábamos nosotros. Y de ahí me fui a ver si podía ver el entrenamiento, cuando llegué no nos dejaban pasar y ya casi estaba terminando. Éramos más o menos diez chicos intentando que nos firmen autógrafos. Salió primero Tolcachier a pedirnos que no nos pusiéramos todos con un mismo jugador. De ahí empezaron a salir los jugadores, en ese momento para nosotros eran enormes. A mi me daba vergüenza pedirles los autógrafos, los saludaba. Me acuerdo que a Victoriano le di la mano y era enorme. Los miraba y se me caían las lágrimas. Y cerca del micro que los trasladaba estaba Magnano, que fue al único al que le pedí que me firmara la camiseta. Ese mismo día jugaron un amistoso en Gimnasia antes de irse al Preolímpico y fuimos a verlo por la noche.»
Ramírez:
«Recuerdo que estábamos todos los que en ese momento éramos todos jugadores del club en la puerta, con remeras, pelotas para firmar y todo lo que teníamos para cuando salgan de entrenar.
Al club solo se podía ingresar para ir al baño de la cancha de adelante de a uno, asique cuando nos tocaba pasar nos subíamos a lavabo con una silla para poder mirar por las ventanitas que daban a la cancha y ver aunque sea un minuto del entrenamiento, me acuerdo que ponían 4 tachos de basura uno en cada punta de la cancha para escupir y no escupir en el piso.
Llegó el momento que terminó la practica y comenzaron a salir. No me olvido más, se tenían que agachar para pasar las puertas del club, y ahí estaban todos (menos Ginóbili) que se quedaron en la puerta del club firmando remeras, sacando fotos con todos los que estábamos. Fue un muy lindo momento, para nosotros que esos jugadores estén entrenando en Unión fue algo hermoso. Obviamente cuando se fueron entramos todos y recorrimos cada parte del club con la ilusión de encontrar algo, pero no h,abía ni un papel de lo ordenados que eran. Esa misma noche jugaban en el Polideportivo de Gimnasia un amistoso de preparación y estuvimos todos en el club jugando entre nosotros hasta la hora del partido que fuimos a Gimnasia.»
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